No, no es una errata, ha leído bien el titular. Desde hace tres décadas, existe un estándar de construcción capaz de aislar tanto las viviendas que el coste anual en climatización es entre un 50% y un 90% inferior al de una vivienda tradicional, lo que traducido a euros 'contantes y sonantes' significa pagar 150 euros al año en climatización frente a los 1.500 euros de una vivienda tipo de 100 metros cuadrados. Y eso, antes de que la actual crisis energética rompiera todos los diques de contención del gasto de los hogares y los españoles empezáramos a temblar ante el recibo de la luz o el gas.
Este estándar de construcción se llama Passivhaus y nació en Alemania en 1991. Como si de una nueva Bauhaus se tratara, esta escuela lleva tres décadas monitorizando los resultados de sus enseñanzas en diferentes climas y latitudes, "lo que ahora nos permite acreditar sus resultados y constatar que son válidos durante toda la vida útil del edificio".
Quien habla así es Arturo Andrés Jiménez, presidente de la Plataforma de Edificación Passivhaus, asociación sin ánimo de lucro que promueve la edificación bajo este estándar y que está presente en España desde 2008. Entonces, todavía faltaban dos años para que Europa marcara, vía directiva, las actuales líneas maestras de los edificios de consumo casi nulo, y el mundo estaba sumido en una crisis financiera e inmobiliaria en la que apenas nadie hablaba de invertir en la sostenibilidad del planeta.
En ese contexto, los seguidores de Passivhaus ya promovían un estándar de construcción de edificios cuyo consumo es de solo 15 kilovatios/hora por metro cuadrado al año, estándar que se fijó en 1991 y que desde entonces se ha mantenido constante. La duda que surge inmediatamente es: si existe desde hace tres décadas, ¿por qué todavía hoy sigue sin exigirse un patrón de este nivel.
"No sé, quizás sea porque este tipo de cambios no se producen hasta que la sociedad lo demanda de manera general", reflexiona Andrés quien, no obstante, reconoce que cada nueva versión del Código Técnico de Edificación, la referencia en España, es mucho más exigente. El problema es que los edificios están obligados a cumplir la normativa que existía cuando se crearon y "en España tenemos un parque de viviendas muy antiguo.
El 80% de las edificaciones se construyó antes de 2006, que es cuando entró en vigor el actual Código Técnico de Edificación en su primera versión; mientras que el 60% es anterior a la primera normativa que hablaba algo de eficiencia energética en España, que se remonta a 1979". Sobre esta dura realidad, Andrés apunta a que apenas el 0,5% de las viviendas en España tiene calificación energética A y, por tanto, el futuro pasa por rehabilitar los inmuebles ya existentes bajo los estándares más exigentes. "Y el más exigente a nivel mundial es Passivhaus", asegura.
Desde 1991, este estándar tiene testado que sus viviendas apenas demandan energía para mantener una temperatura entre 20-25 grados.
Según qué fuente se tome como referencia, los edificios son responsables de entre un 30% y un 40% de la contaminación de las ciudades, números que hacen crítico intervenir sobre ellos por el bien del planeta. La crisis energética ha hecho que también lo sea por el bien del bolsillo de las familias, factor que promete jugar un papel determinante a la hora de sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de mejorar la eficiencia de sus hogares.
"Nuestro principio general siempre ha sido la divulgación del estándar, hacer ver a la sociedad la importancia de evitar la emisión de gases contaminantes". En este contexto, los fondos Next Generation son una oportunidad para modernizar el caduco parque español. "Tenemos claro que son una oportunidad única y por fin la sociedad ha interiorizado que sus edificios deben ser rehabilitados, que no basta con pintar la fachada".
Passivhaus tiene el sello EnerPHit para rehabilitaciones que, aunque es ligeramente menos eficiente que el estándar de obra nueva, también reduce drásticamente el consumo, hasta unos 200 euros al año de media. Simplificándolo mucho, una rehabilitación con este sello exige cumplir elevados espesores de aislamiento de toda la envolvente, usar carpintería de altas prestaciones, no tener infiltraciones de aire, ausencia de puentes térmicos (que es una interrupción del aislamiento en la envolvente) y tener ventilación mecánica de doble flujo con recuperación de calor.
"En un edificio Passivhaus la temperatura es constante entre 20 y 25 grados y el aire todo el rato es filtrado y renovado, gracias al sistema de ventilación mecánica de doble flujo con recuperación de calor, que son unos equipos que se instalan en las viviendas y permiten meter aire de la calle al interior del edificio y sacar el de la casa". En esa entrada y salida, además de renovarse el aire, se equilibra la temperatura, al ceder grados el que entra con el que sale, y viceversa, en función de si es invierno o verano.
Andrés explica que, en aislamiento, el parque actual está muy mal y que la falta de un sistema de ventilación que asegure que el aire está renovado juega directamente en contra de la salubridad interior, aspecto que ha cobrado especial relevancia con la pandemia del covid-19, que ha sensibilizado a la población sobre la importancia de tener el aire siempre renovado.
Este estándar permite hacerlo sin tener que estar abriendo constantemente las ventanas para ventilar. "Pero eso no significa que no puedas hacerlo. Puedes, si quieres, pero pierdes un poco de eficiencia energética, como también ocurre con los sistemas tradicionales cuando abres la venta por la mañana y pierdes todo el calor", explica el presidente de la Plataforma PEP.
Este estándar permite una renovación constante del aire que aumenta la salubridad del hogar.
El presidente de la plataforma PEP, que este septiembre celebra en Santiago de Compostela su Asamblea Anual, jornadas en las que durante cuatro días se explicarán todos los secretos de este estándar, asegura que "cualquier edificio se puede rehabilitar para ser Passivhaus, no es una obra complicada y más de un año no va a durar", asegura.
Actualmente, hay más de 213.000 metros cuadrados certificados y repartidos en 190 proyectos, cifra que en apenas dos años casi se doblará, ya que la plataforma prevé alcanzar más de 380.000 metros cuadrados, que evitarán cada año el consumo de 13,4 millones de kilovatios y la emisión de otras 2.550 toneladas de CO₂, el equivalente a lo que absorben 255.000 árboles, o dicho de otra forma, 17 Parques del Retiro de Madrid.
Ejemplos de vivienda pública
La primera vivienda que se certificó en España fue un unifamiliar en Almería en el año 2009. Desde entonces, han ido haciendo todo tipo de edificaciones, muchas ellas ligadas a la administración y a la vivienda asequible. Por ejemplo, Passivhaus tiene certificadas viviendas públicas en alquiler en Teruel; en diferentes municipios de Navarra, gracias a que la empresa pública de vivienda de la comunidad foral lleva promovidos 550 hogares con este estándar; o en el madrileño barrio de Carabanchel.
Actualmente, una vivienda construida o rehabilitada con el estándar Passivhaus es entre un 3% y un 10% más cara, "pero las cosas cuestan lo que cuesta su vida útil, que en edificaciones es 50 años, y en un edificio Passivhaus desde que empieza a funcionar inicia una amortización muy rápida por el ahorro energético, de manera que en cinco o diez años, el edificio termina siendo más barato por el ahorro energético", replica Andrés.
Hacer una vivienda Passivhaus es un 3%-10% más caro, pero se amortiza en 5-10 años gracias al ahorro energético.
A esto se une que cada vez hay más proveedores y especialistas en rehabilitación energética, lo que está permitiendo reducir la brecha de precio inicial, y que las tasadoras están empezando a reconocer este estándar en sus valoraciones, lo que significa que una casa rehabilitada con esta certificación oficial se revaloriza automáticamente, ya que pasa a estar a la vanguardia.
"Un parámetro básico que hay que cumplir para poder certificar a un edificio Passivhaus es la hermeticidad, punto que no se ha incluido en el Código Técnico hasta la última revisión del 2019". Andrés explica que este parámetro es tan relevante porque "se puede tener un edificio muy aislado, pero que sufra filtraciones de aire", y por ahí se nos va el ahorro energético.
El estándar Passivhaus está diseñado para valer tanto en Noruega como en Dubái, porque en cada país se diseña para las condiciones propias de cada región, pero el nivel de exigencia es igual en todo el mundo. Además, el estándar ya tiene en cuenta el cambio climático y se puede modelizar el edificio para, en el futuro, adaptarlo a unas condiciones climáticas más estrictas.
La guinda del pastel es sumar a este sello la instalación de energías renovables. "Un edificio Passivhaus se puede autoabastecer, frente a lo que estamos viendo ahora, que al poner placas en el tejado se abarata la factura, pero no se consigue el autoabastecimiento", concluye Andrés.